- Todas las páginas de Internet visitadas por los hijos, los horarios y duración. Separando los que sean de estudios, con los de diversiones.
- Cuáles son las redes sociales, donde están inscritos.
- Con quiénes han mantenido chats, en qué horarios y su duración.
- Cuáles son los costos de la utilización del Internet, aunque no los paguen los padres.
- Cuáles son los números, tiempos utilizados y costos, donde los hijos han enviado o recibido conversaciones, textos o imágenes. A través de las facturas de los teléfonos, en la mayoría de los casos, se pueden conocer perfectamente.
- Si se han cumplido las normas de conducta, establecidas por los padres.
- Si practican el cyberbullying, sexting o grooming contra sus compañeros, o si los hijos son las victimas.
- Si los hijos están usando razonablemente estas herramientas electrónicas, o están abusando de ellas, o se han hecho adictos a su utilización.
- Si los aparatos que utilizan son propios, prestados o de dudosa procedencia.
- Si el estilo de interacción en el Internet y teléfono, está de acuerdo con las reglas de la buena educación y profesionalidad habitual en la sociedad.
Escribir comentario