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LOS DISCÍPULOS CONSTRUYEN RELACIONES DE FORMA INTENCIONADA


El discipulado no ocurre simplemente. Necesitamos ser intencionales en cuanto a cultivar relaciones profundas y honestas en las que hacemos bien espiritual a otros cristianos. Aunque podemos tener relaciones de discipulado en cualquier lugar, el sitio más natural para ello es la comunidad de la iglesia local. En la iglesia los cristianos tienen el mandamiento de reunirse de forma regular, estimularse los unos a los otros a ser como Cristo y protegerse mutuamente del pecado (He. 3:12-13; 10:24-25).

Las relaciones de discipulado que surgen de este tipo de comunidad comprometida deberían ser tanto estructuradas como espontáneas. Cuando estudiamos la vida de Jesús, vemos que él enseñó formalmente a sus discípulos (Mt. 5-7; Mr. 10:1) mientras que también les permitió observar su obediencia a Dios viviendo juntos (Jn 4:27; Lc. 22:39-56).

De la misma forma, algunas de nuestras relaciones de discipulado deberían ser estructuradas. Tal vez dos amigos deciden leer un capítulo del Evangelio según Juan y luego comentarlo tomando un café o mientras van al gimnasio. Quizá dos hombres de negocios leen un capítulo de un libro cristiano cada semana y después lo comentan un sábado mientras pasean por el vecindario con sus hijos. A lo mejor dos parejas quedan una noche al mes y hablan acerca de lo que la Biblia dice sobre el matrimonio. Tal vez una señora mayor invita a una mujer soltera más joven a casa el martes por la tarde para orar y estudiar una biografía de algún cristiano. Quizá una madre pasa tiempo en el parque con otras madres cada semana. Independientemente del formato, parte de nuestro discipulado debería implicar tiempos planificados de lectura, de oración, de confesión, de ánimo y de desafío mutuo para ser más como Cristo.

El discipulado también puede ser espontáneo. A lo mejor unos amigos van al cine juntos y toman un helado después para comparar el mensaje de la película con lo que dice la Biblia. Quizá un padre y un hijo se sientan en un porche y reflexionan sobre la gloria de Dios reflejada en una puesta de Sol. Tal vez invitas a unos visitantes de la iglesia a comer y les preguntas cómo llegaron a conocer a Jesús.
Siempre necesitamos ser intencionales, pero no siempre necesitamos tener una estructura. De hecho, Deuteronomio 6 nos muestra que el discipulado ocurre “estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (v. 7). Cada momento presenta una oportunidad para hablar acerca de quién es Dios y qué está haciendo. Puesto que siempre estamos siguiendo a Jesús, siempre tenemos la oportunidad de ayudar a otros a que también lo sigan.

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